Es con tanto dolor que esté año hemos dicho adiós a tantos. La generación más afectada por esta pandemia han sido los abuelos, los abuelas, padres, gente que todavía les quedaba mucho por vivir. Esta generación que lucho por dejar un mejor futuro para todos. No ha sido justo.
No ha sido justo que para cuidarlos se les niegue hacer las cosas que a ellos les guste. Limitando su tiempo de compras, limitando sus salidas, limitándoles lo que les queda de vida. Es injusto que los que deberíamos ayudarles a descansar, ayudarles a que estén seguros los hemos decepcionado.
Los que hemos podido hacer algo por esta generación no lo hemos podido hacer. Y solo nos queda una gran impotencia, un gran dolor, un gran vació por aquellos que se han ido. Simplemente, no era su hora. Y está situación nos ha dejado con las más simples y tristes despedidas. ¿Acaso no merecían trompetas, grandes velas, lloronas y comilonas para celebrar su partida? En vez hemos dicho adiós a través de hospitales, a través de un doctor, con una carta, con un vídeo… Simplemente no era lo que está generación se merecía.
Es tanto el dolor. Es tanta la impotencia de saber que es martes octubre 13 de 2020 y todavía no hemos diseñado una manera de proteger a esta generación ni a las venideras. ¿Qué les pasó a los mandatarios del mundo? ¿Dónde están los científicos? ¿Dónde está la solución?
Solo nos queda entrar en oración por la generación que nos está diciendo adiós. Y por aquellos que siguen cayendo víctimas de está enfermedad y de está generación que les falló.